** TORNASOLES **
Por Luis O. Díaz y Esther Gladys Noriega
Un día cualquiera, antes de que el sol
se empinara en el oriente
tu alma y la mía, sintieron
el indefinible llamado de la divinidad.
Nos elevamos al cosmos vaporoso,
flotando espíritus libres.
Fue maravilloso sentir ante nuestros ojos,
allí en el jardín sacro como florecieron,
en una sola primavera ilusionada
nuestras plegarias.
Semillas que traíamos desde la pena
y que regamos con fe y con lágrimas.
Renació con un nuevo sol
en nuestras almas una vez más,
robusta y fortalecida la esperanza.
Plena de energía, rayo divino que soltó el creador
para que naciera el amor en ese cuenco
que todos llaman corazón.
Allí, la vida, nos mostró el camino
en ruta a la felicidad.
Nuestra ilusión de dar y dar simientes de esperanza
En cada rayo de sol, en cada gota de lluvia
tendimos nuestras manos, más ya no propias
para ayudar al necesitado.
Transmitamos los matices del reflejo interno
en cada mirada a todas las calles del mundo.
En cada corazón que sufre granito de arena de nosotros
semilla que del amor sacado, fruto del padre.
A cada niño, bebé recién nacido,
la sonrisa que desconocimos
a cada anciano, la rosa amarillenta
de la experiencia que vivimos
luz de nuestros ojos a cada flor marchita
para que vuelva la vida con el canto de los pájaros.
Tocan nuestras almas las nubes
que se dibujan en el cielo
sus letras nos repiten permanente
la esperanza y el amor que podemos dar
y recoger en los confines del hoy y del mañana.
Murmuremos tornasoles
iluminados por la antorcha encendida de la esperanza
firmes brindando nuestras almas con amor.
Esther Gladys Noriega.
Luis O. Díaz.
Foto de Fran.Marchena
