Shadana - Poema de Tano García Page



Querida Esther: 


Este poema, al que titulé Shadana, me recuerda a ti, es por ello que te lo envío con todo el cariño que sabes te profeso.

Un beso.


Shadana



Me senté a meditar,
no era tarde,
era el momento en que la luz caía
sobre el atardecer de los silencios rotos,
en ese espacio en que la tarde tiene
un declive de luz precipitada
y las chicas y chicos, inseguros,
desprenden certidumbres de amor improvisado
y un aroma de sándalo sus cuerpos.

En el banco de piedra,
solitaria, tal vez entristecida
y ausente del entorno,
se encontraba Shadana.
Su helénica figura
transgredía los cánones del viento,
y envidiaban los rayos de la aurora
la esmeralda expresiva de sus ojos.

Bajo el cielo de un rojo atardecer
cruzamos las miradas y, en silencio,
lentamente, iniciamos el paso
con la cómplice luz que da la dicha
y el rubor de ese cielo atardecido.



Tano García Page